Mientras esperaban a que la nave se cargara, nuestros protagonistas estaban de paseo. De pronto, Stitch y Ángel fueron cazados por dos gokenses, cada uno tenía a uno de los dos. Al saltar sobre esas criaturas, las tumbaron al suelo y las inmovilizaron con su peso.
-¡¡Meega nala kweestaaaa!!- les maldijo Stitch en su idioma.
-¡¡Suelta, imbécil!!- gritó Ángel.
Wlinky se encontró cara a cara con Zar Lobag, y exclamó:
-¡¡Zar Lobag!! ¡¿Cómo has llegado hasta aquí?!
Zar Lobag señaló con su brazo tentáculo su gran nave que tenía justo detrás suyo, mientras soltaba un "ejemm". También estaba cargándose, y en el mismo sitio que nuestros protagonistas. Menuda coincidencia.
Amy observó a Zar Lobag. Era también gokense, vestía su coraza plateada, con la diferencia de que llevaba una capa roja detrás suyo, según supuso ella para ostentar posición. Y miró horrorizada a Stitch y Ángel otra vez raptados.
Los dos gokenses que tenían a Stitch y a Ángel dijeron:
-Ya te recuperamos a las criaturas, jefe.
-Muy bien- aprobó Zar Lobag.
Stitch y Ángel se debatían por salir de los brazos de sus raptores, rugían, lanzaban mirada asesina.
Otros gokenses tenían retenidos a Amy y a Wlinky, con sus pistolas de plasma apuntando hacia ellos.
-¿Qué hacemos con este fideo andante y con esta terrícola, jefe?- dijo uno de ellos.
-Eliminarlos, son un estorbo- ordenó Zar Lobag.
-¡¡NAGA!!- exclamó Stitch, espantado. Erizó las espinas de su espalda, hiriendo en el pecho al que le tenía agarrado, para salir de ésta y salvar a Amy y a Wlinky. El gokense que tenía a Stitch gritó de dolor y soltó a Stitch. Su pecho empezó a hincharse, le salían unos habones enormes, y él se cayó al suelo, debilitado por el dolor y esa reacción anafiláctica.
-No... puedo moverme... no siento mis piernas.... no puedo respirar...- se le oía decir.
Amy, Wlinky, Ángel y los demás gokenses se quedaron horrorizados por ese espectáculo dantesco. Los miraban con ojos como platos.
Finalmente el gokense atacado por Stitch murió, después de haber jadeado a toda velocidad. Así de fulminante fue.
Amy se acercó a Stitch y preguntó, espantada:
-¡¡¿Qué ha pasado?!!
-Espinas venenosas de Stitch- dijo éste señalando su espalda. ¡Y lo decía tan campante, como si nada!
-¡¡Serás bestia!! ¡¡Pobre tío!!- exclamó Amy, horrorizada. No imaginaba algo así de su querido amigo. Y tampoco que tenía una criatura terriblemente venenosa en su casa.
-¡Ellos matar a Amy y Wlinky!- replicó Stitch.
-¡Atrapad al renacuajo peludo azul!- ordenó Zar Lobag, señalando a Stitch -¡Y cuidado con sus espinas!
-¡¡Adelante, caras de patata!!- gritó Stitch, preparándose para la lucha, con sus cuatro brazos extendidos.
Se armó un follón de agárrate y no te menees. Amy y Wlinky tuvieron que esconderse detrás de una esquina de la estación para protegerse, porque Stitch enviaba con sus palizas a los gokenses por todas las partes por los aires. ¡Paff! ¡Buum! ¡Pataff! ¡Badabumm!
Wlinky estaba manejando un aparato muy parecido a un teléfono móvil.
-¿Qué haces, Wlinky?
-Avisar a los otros agentes de que Zar Lobag está aquí para detenerlo, mientras tu amigo azul les atiza- le respondió Wlinky.
Terminó la pelea. Quedaron unos pocos gokenses sin derribar, que miraban atemorizados a Stitch, que estaba ahí, con todas sus patas apoyadas sobre el suelo, esa mirada y pose amenazadora, soltando rugidos, enseñando todos sus afilados dientes.
-Vale vale, ya nos vamos- decía uno.
-Mira, aquí te dejo a tu chica rosa- dijo otro.
Zar Lobag se abalanzó, nervioso, y apuntó su pistola de plasma hacia Stitch y le disparó. Amy se horrorizó al verlo.
-¡A la porra ese bicho!- exclamó Zar Lobag -¡Es demasiado peligroso!- y siguió por lo bajo -Venenoso e hiperfuerte.
Y también indestructible. El rayo de plasma no hizo nada a Stitch, sólo le chamuscó un poco su pelaje, que encima era a prueba de fuego. Stitch se volvió hacia Zar Lobag y le lanzó una mirada asesina. Zar Lobag se quedó perplejo y aterrorizado. Desconocía que esa criatura era un experimento genético y que entre otras muchas cualidades suyas tenía alta resistencia a las llamas y a los impactos.
Stitch cabalgó velozmente hacia su atacante, gritando:
-¡¡Supri xiba!!
Y le golpeó a su atacante, haciéndole volar por los aires. ¡Bum! Zar Lobag se cayó de cabeza en el suelo. No llegó a perder conocimiento, pero se aturdió un poco por el golpe. Stitch se estaba riendo a una distancia de él, posando sus cuatro brazos sobre su barriga.
-Ahora verás, apestosa bola de pelo- dijo, lanzando su mirada asesina.
Se levanto y corrió hacia él, dispuesto a atacarle. Stitch se preparó. Empezaron los golpes y los puñetazos, una criatura tan pequeña vencía a esa mole.
Ángel intervino.
-¡¡Stitch, paraaaaa!!- gritó ella.
Stitch cesó de aporrear a Zar Lobag, se volvió hacia Ángel y dijo:
-¿Gaba?
-Deja a Ángel- dijo ésta, mientras se acercaba a Zar Lobag.
Ángel empezó a cantar. Con su dulce y melodioso canto dejaba prendado a Zar Lobag... y a Stitch.
-Ooooohhhh... butifaaa...- exclamó Stitch, engatusado.
-Uaauuuhhh...- exclamó Zar Lobag.
Tras un par de minutos, Ángel cesó de cantar, se acercó aún más a Zar Lobag, se restregó contra él. Amy lo estaba viendo, desde la esquina en que se escondía, perpleja. ¿No había dicho ella que fue maltratada por ese energúmeno?
Zar Lobag acariciaba a Ángel suavemente por la barbilla.
-¿Verdad que quieres volver conmigo, cuchi cuchi?- decía él.
De pronto Zar Lobag fue capturado, por otros dos alienígenas que llevaban el mismo traje que Wlinky, lo que hizo a Amy suponer que eran también agentes espaciales, compañeros de trabajo de Wlinky. Fue incorporado bruscamente por ellos. El detenido estaba sorprendido, no lo esperaba.
-Queda detenido por caza ilegal incluso de especies protegidas. Treinta años de prisión te va a caer- dijo uno de ellos.
Stitch y Ángel se diriguieron hacia Zar Lobag, muy enfadados.
-¡Picastes!- le dijo Ángel -Meega no volver contigo... ¡Maltratar meega!- y le sacó la lengua.
-¡Y tú querías disecar meega!- le dijo Stitch, y le escupió a la cara. Un escupitajo enorme que cubrió media cara de Zar Lobag.
Zar Lobag supuso con rabia que era un plan que había ideado Ángel para engañarle y tenderle una trampa, la de los dos agentes que le cazaron.
Wlinky y Amy salieron de la esquina donde estaban escondidos.
-Bueno, ya está bien, chicos...- dijo Wlinky -Llevará su merecido en la cárcel.
Zar Lobag fue llevado por los dos agentes a su nave nodriza; también fueron detenidos todos sus secuaces, más agentes los apuntaban con sus armas.
-¡Soltadmeeeee!- gritó Zar Lobag -¡Os juro que no volveré a cazar!
-¡Ja! Si te crees que vamos a tragarnos tus embustes vas listo- le respondió uno de los dos agentes que le retenían.
Amy y Wlinky se miraban, fatisfechos por el trabajo.
Reanudaron la marcha de vuelta a la Tierra, en la nave. Wlinky dijo:
-Bueno, ya que hemos detenido a Zar Lobag, misión cumplida y ya puedo devolveros a casa.
-¡¡¡BIEEEEEEEN!!!- exclamaron Amy, Stitch y Ángel, muy contentos.
Por fin llegaron a la Tierra, aterrizaron en el enorme jardín de la casa de Amy. Ahí estaba la madre de Amy, mirándola asombrada, con la perra Lúa a su lado. La cúpula se abrió y pudo ver a su hija Amy acompañado de un alienígena con un sólo ojo.
-¡Hola, mamá!- dijo Amy, alegre -Aquí volvemos con Stitch, ¡sano y salvo!
Stitch saltó de la nave y se posó justo delante de Elena (así se llama la madre de Amy). Stitch no había escondido aún sus miembros extras, lo que hizo a Elena asustarse. Ahora ya no parecía "un perro", sino un monstruo de cuatro brazos.
-¡Hola, Elena!- saludó Stitch, extendiendo sus cuatro brazos.
-¡¡IIIIIIIIIIIHH!!- gritó Elena horrorizada -¡¡Stitch, te has mutado!!
-No, mamá... Es así realmente.- le explicó Amy, que ya se había apeado de la nave -Stitch no es un perro, como creíamos; es un extraterrestre. De ahí su extraña apariencia.
-Jo, haberlo dicho- exclamó Elena.
"Si te lo hubiera dicho no me habrías creído" pensó Amy.
Amy presentó a Ángel a su madre, y dijo:
-Traemos una nueva amiga, se llama Ángel. ¿Puede quedarse a vivir con nosotros?
-¡Claro!- le aceptó Elena -La antigua amiga de Stitch dijo Ohana, ¿no? ¡Familia significa siempre juntos y que se acepta!
-¡Gracias, mamá!- le dijo Amy, muy feliz.
Más felices estaban Stitch y Ángel, que cantaban jolgorios y se abrazaban de alegría eufórica.
-¡¡Butifaaa!! ¡¡Boojibú juntos!!- exclamaban, y se echaron a reír.
-Parecen muy felices- dijo Elena, que los observaban. Amy y Wlinky también les miraban.