viernes, 15 de agosto de 2014

Cuando Amy conoce a Stitch...

Amy estaba paseando con su madre y su perra Lúa en el bosque, cerca de su casa. De hecho, una de sus aficiones es pasear por el campo, por la naturaleza. Paseando y paseando, Amy encontró una criatura extraña sentada sobre una gran roca situada al lado del camino. Parecía cualquier mamífero, pequeña, peluda; lo que más le extrañaba era su color azul, sus enormes orejas de conejo, sus grandes ojos negros almendrados separados por su gran hocico de koala, su boca muy ancha, sus garras inusualmente grandes... Todo en él era muy grande, menos su estatura, de medio metro más o menos. Nunca en su vida había visto un animal así, por lo que se quedó mirándolo llena de curiosidad...

De repente la criatura habló:
-¡Hola!- tenía la amplia boca llena de dientes afilados.
Amy se quedó más extrañada aún... ¿Un perro que habla? ¡¡Imposible!!
-Pero... no puede ser...- titubeó Amy -Los perros no hablan. Es más, ni siquiera eres un perro. ¿Quién eres y de dónde eres?
-Me llamo Stitch- respondió aquella criatura que parecía un perro pero no lo era.
-¿Stitch? Vaya nombre más raro... pero te queda muy bien.
-¡Takka! Eeer... gracias...
-Yo soy Amy. Oye, tienes pinta de ser simpático. ¿Quieres venir conmigo?
-¿¿De verdad??
-¡Pues claro! No me vendría mal tener un amigo; los de mi clase son todos idiotas..
-¡¡Ih!! ¡Stitch con Amy!- nada más decir esto, Stitch saltó encima de Amy, tumbándola al suelo, y se restregó contra ella. A Amy le gustó: aparte de cariñoso, era suave y achuchable, a pesar de su extraño aspecto.

Se acercó Amy con Stitch hacia su madre.
-¡Mamá, mira qué amigo me he encontrado!- dijo Amy.
A su madre no pareció darle buena impresión, porque miró como sorprendida y espantada, y gritó:
-¡¡¡Pero Amy!!! ¡¿Qué es esta cosa?!
A Lúa tampoco debió de gustarle mucho: gruñía.
-¡Pero mamá!- exclamó Amy, agarrando a Stitch y situándolo delante suyo -¡Si es muy bueno, muy cariñoso! ¡Mírale!
-¡Yo lo único que veo es un bicho espeluznante con la boca llena de dientes afilados!¡Deshazte de él! -replicó su madre.
-Jooooo, mamáaaa...-insistió Amy.
Tras tanto insistir, la madre dejó a Amy a llevarse s Stitch a casa; Amy se alegró mucho, tanto que se puso a bailar con Stitch, agarrándolo de sus cortos pero rechonchos brazos y girándose sobre sí misma.
-¡Bieeeeen!¡Me deja llevarte a casaaaaa!¡Yujuuuuuu!
Stitch sonreía con esa bocaza que tenía, y se reía.

Stitch intentó congeniarse con Lúa, pero ésta no hacía más que gruñirle.
-Deja tiempo, Stitch; acaba de conocerte...- le dijo Amy.
Stitch no dijo nada, sólo la miró, como queriendo decirle: 'ahh vale...'.
Durante el resto del paseo Amy se dió cuenta de cosas muy inusuales en Stitch: era capaz de trepar en rocas como un geco, podía levantar troncos muy grandes para hacer caminos... quedaba alucinada con él. Eso un perro no puede hacerlo.

Llegaron a casa tras ese paseo vespertino. Amy se puso a preparar una cama para su nuevo amigo, que consistía en una caja de cartón al que le añadía las sábanas. Era tan pequeña la criatura que cabía ahí dentro. Stitch miró disgustado la cama:
-¿Ahí va a dormir Stitch?- preguntó él, señalándola.
-Ya sé que no te gusta la cama, pero ya miraremos por ahí una mejor para tí...- le dijo Amy.
-Ih...- dijo él, mirando abajo. Parecía conformarse de momento.
Después salieron afuera a jugar, pasó el tiempo y la madre les llamó a cenar. Después de cenar, ya en las camas a punto de dormir y con la luz apagada, Amy miraba a Stitch, cuya silueta era delimitada por la luz de la luna que entraba por la ventana. Él dormía boca arriba, con la boca entreabierta, dejando ver un poco los dientes. Pensó que era precioso, esa cabeza tan redondeada con sus facciones tan graciosas, y se sentía afortunada de haberla encontrado; tenía la impresión de que se iba a llevar muy bien con esta criatura, que parecía un perro pero que no lo era y encima ¡¡¡hablaba!!! Acercó su mano y le acarició la barriga tan rechoncha. Era tan blanda y suave...
Stitch abrió los ojos y miró a Amy, cogió la mano de Amy que le acariciaba y le sonrió, dejando ver aún más los dientes.
-Amy...- dijo él.
Amy le miró y también le sonrió.
-Stitch con Amy, siempre- dijo Stitch.
Amy pensó lo mismo, le alegró oír eso de Stitch. Éste cerró otra vez los ojos y suspiró, y soltó la mano de Amy. Se quedó dormido...

No hay comentarios:

Publicar un comentario