A la mañana siguiente... por fin Stitch y Ángel se levantaron, después de tanto tiempo durmiendo y roncando. Aparecieron en el umbral de la puerta de la cocina, donde estaba Amy terminando de desayunar. Estaban aún dormidos.
-Buenos días, dormilones- les saludó Amy, mientras dejaba el tazón de desayuno en el fregaplatos.
-Deberían contrataros para bella durmiente. ¡Son ya las once!- bromeó Amy.
De pronto entró Elena a la cocina, que dijo:
-Amy, bajarás a por pan, ¿verdad?
-Ohhh mamá, qué rollo- rezongó Amy -Bajar al pueblo, buscar la panadería, y...
-Pues entonces te quedas sin postre- amenazó Elena.
-Argñ.... Iré- refunfuñó Amy, mientras se preparaba para irse.
-Amy... ¡Ángel y Stitch van contigo!- se ofreció Stitch.
-¡Genial!- aceptó Amy -Con vosotros el viaje siempre es más divertido.
Bajaron al pueblo en bici, cantaban canciones de campamento los tres, llegaron a la panadería, entraron ahí... Estaban Gokeb y Iako vigilándolos desde una esquina, disfrazados de paisanos para disimular.
-Segunda prueba- dijo Gokeb -Y esta vez teniendo en cuenta los cantos de Ángel.
Amy se detuvo en la barra enfrente de la panadera, una señora regordeta con el pelo recogido en coleta alta, y le dijo:
-Una barra de pan y de lo más tostada.
-Muy bien- le dijo la panadera.
Afuera, Gokeb accionaba su "mando a distancia". De él salió un rayo verdoso...
Ajenos a ello, Amy cogió el pan que le había entregado la panadera y lo pagó. Fue entonces cuando oyó a Stitch gritar, graznar y jadear. Giró la cabeza y vio cómo Stitch hacía movimientos convulsivos, moviéndose de un rincón a otro de la estancia.
Stitch cesó esos movimientos, sacó sus miembros extras, rió maliciosamente. Otra vez sus ojos brillaban de verde...
-Oh no... otra vez no...- exclamó Amy. Lo estaba viendo.
Y entonces, el follón. Stitch destrozaba la panadería, como una bestia sobreexcitada. ¡¡Graaaa!! ¡¡Boum!! ¡¡Ji ji ji ji!! ¡¡Stiiitch, para ya!! ¡¡Bum!! ¡¡Crash!! ¡¡Grrraaawwr!! ¡¡Jajajajajajaja!! ¡¡Ji ji ji ji!! ¡¡Para a ese monstruoooo!! ¡¡Boum!!
Amy consiguió retener a Stitch, agarrándolo. Stitch no paraba de moverse, de rugir. Sus garras amenazaban con arañarle e incluso herirle. Amy lo evitaba como podía.
La panadería, hecha un cisco, con todos los panes, pasteles y chuches repartidos por todo el establecimiento. La panadera escondida tras la barra, espantada y con ojos como platos. Ángel, tapándose la boca de estupefacción. Tenía sus ojos muy abiertos y sus orejonas muy alzadas.
Stitch consiguió librarse de los brazos de Amy, no le costó demasiado gracias a su fuerza extrema. Se escapó de la panadería, salio a la calle, riéndose y rugiendo. Escapaba despavorido, no tardó en desaparecer entre las calles.
Amy y Ángel salieron de la panadería. Amy, con la barra de pan bajo su brazo y la cara roja de vergüenza. Ángel se tapaba su cara con sus enormes orejas de conejo por el mismo sentimiento. "Tierra, trágame", pensaban ellas dos.
-¿Dónde está Stitch?- preguntó Ángel, preocupada.
-Hay que encontrarlo antes de que haga otro desastre- dijo Amy.
Ahí lo encontraron, en un callejón sin salida. Estaba enfrente de una pared, al lado de un enorme cubo de basura.
-¡Está ahí!- exclamó Amy.
Stitch se volvió y rugió, enseñando todos sus dientes afilados.
-¡Deja a Ángel!- dijo ella, mientras avanzaba decidida hacia Stitch.
Stitch no paraba de rugir. Extendía sus cuatro brazos, abría sus temibles garras. Ángel se detuvo a dos metros de Stitch y cantó... su canción al revés, esperando que Stitch se volviera normal.
Pero no resultó. Stitch se lanzo hacia adelante furibundo, apartando a Ángel de un empujón. Ésta se chocó contra la pared, al ser lanzada por Stitch. "¡Ouch!" gimió ella de dolor. Se quedó sentada, apoyada contra la pared, aturdida por el golpe.
Stitch se lanzó hacia Amy, con mirada fiera y las garras extendidas, como si tuviera ganas de devorarla.
-¡¡Atrás, vil criatura!!- gritó Amy de horror.
No pudo evitar que Stitch destrozara a mordiscos la barra de pan que ella sostenía.
-¡¡Imbécil!! ¡Te has comido casi todo el pan!- le regañó Amy.
Stitch sólo reía como loco, después se escapó, trepando por la pared, hacia arriba.
-¡¡Stitch!! ¡Vuelve acá ahora, ya!- le ordenó Amy, furiosa.
Stitch no hizo caso, no parecía escucharle, no parecía importarle lo que pasaba a Amy y a Ángel. Sólo se alejó aún más, y saltó hacia la siguiente fachada, donde trepaba, alejándose aún más. "¡¡Stitch!!", gritó Amy, en vano.
Amy se centró en Ángel, que estaba tirada ahí sobre la pared, aturdida. Fue a socorrerla.
-¡Ángel!- le dijo Amy, tocándole la cabeza -¿Estás bien?
-Ángel duele mucho cabeza- gimió ella.
-Ohh... ese bestia... esa bola de pelo azul...- rezongó Amy, mientras sujetó a Ángel sobre su pecho.
Caminó en busca de Stitch...
-¡Sabía!- dijo Gokeb, satisfecho -Sabía que suprimiendo las zonas cerebrales del procesamiento musical lo haría inmune al canto de Ángel.
Se volvió hacia Iako y le dijo:
-Ahora haremos una última prueba, y si todo va bien, lo capturamos y haremos de él un arma destructiva. ¡Y dominaremos mundos! ¡¡Mjuaaajajajajajaajj!!
Amy y Ángel caminaban por el pueblo sin rumbo fijo, buscando a Stitch. No lo encontraban.
-¿Dónde demonios se ha metido ese elemento?- protestó Amy.
-Preguntaremos a alguien- dijo Amy, y se acercó hacia un señor que estaba sentado al lado de su puesto de jarrones... destrozados.
Sacó su teléfono móvil (un aparato con pantalla táctil de unas cuatro pulgadas), y abrió una de las muchas fotos que tenía de Stitch, donde aparecía él sentado; y preguntó:
-Oiga, ¿ha visto usted a esta criatura pasar por aquí?
-¿Que si lo he visto? ¡Ya lo creo!- respondió el señor, enfadado -¡Pasó por aquí! ¡¡Por su culpa mi negocio de jarrones a la porraaaaa!!
¡Ups!, exclamó Amy.
Según iban avanzando, iban preguntando a la gente con quien cruzaban.
-¡Me comió la escoba cuando intentaba ahuyentarle!- respondió una señora de limpieza.
-¡¡Me ha desparatado la frutería!!- respondió la frutera.
-¡Me ha comido mi bolso con las cartas!- respondió el cartero, que sujetaba su bolso con un enorme boquete.
A cada respuesta de ese palo, Amy se iba desquiciando. "¡¡Argh!! Esa bola de pelo... ¡me lo como vivo!" pensaba.
-¡Míralo! ¡Ahí está!- exclamó Amy, después de volverse locas las dos buscando a Stitch.
Ahí estaba, tirado sobre un rincón, inconsciente. Amy se acercó y se arrodilló delante de Stitch. Le miró furiosa. Ángel le siguió. Stitch abrió poco a poco sus ojos y gimió débilmente, después se incorporó con cierta dificultad. Parecía sentirse como si le hubieran atropellado un tren. Se sujetaba la cabeza con dos de sus manos mientras que con los otros dos brazos se apoyaba en el suelo, y estaba aturdido.
-¡Stitch! ¡No te has portado nada bien! ¡Aterrorizando a medio pueblo!- le gritó Amy. Creía que Stitch lo hacía todo aposta.
-Y encima te has comido todo el pan, y no hay dinero para comprar otro- siguió regañando Amy. Se levantó y dijo -Vámonos, que me tienes contenta.
Stitch estaba perplejo. No entendía a qué esa bronca. Desde luego, no se acordaba de nada de cuando había sido una bestia asesina.
Llegaron a casa. Amy estaba muy enfadada. Stitch y Ángel le seguían. Stitch ya había retraído sus miembros extras.
-Ey, Amy, ¿a qué esa cara larga?- dijo Elena.
-Ese memo imbécil de Stitch- respondió Amy -¡Destrozando todo a su paso y no me obedecía! ¡No sé qué mosca le ha picado! ¡Tendrías que haberle visto! ¡¡Y encima se ha comido todo el pan!!
Elena miró a Stitch con ojos muy abiertos, y le dijo:
-¿Eso hicistes, Stitch?
-Ehh... este... meega...- intentó explicarle Stitch -¡Meega naga malo!
Elena se ocupó de Amy, y le dijo:
-Te doy dinero y te vas a comprar otra barra de pan- le dió una moneda de dos euros.
-Muy bien. Ángel puede volverse conmigo- dijo Amy, y se dirigió a Stitch -¡¡Y tú te quedas!!- le gritó -¡No me fío más de tí!
Stitch, cortado por la forma en que le habló Amy, se dirigió a Ángel y le preguntó:
-Estoooo... Ángel... ¿Porque Amy enfadada con meega?
-Por lo evidente- así de contundente fue la respuesta de su chica.
Stitch miró abajo, y gimió, muy triste.
Amy no estaba más alegre. Bajaba al pueblo en bici, con expresión triste; no le gustaba haberse llevado tan mal con su Stitch. Ángel estaba sentada detrás de ella. Quería consolar a Amy de alguna manera, no le gustaba verla así.
-Si yooga querer, meega cantar- dijo Ángel -Así yooga ponerse contenta.
-Es igual, déjalo, Ángel. De todas formas gracias- le respondió Amy.
En casa, Stitch estaba triste y pensativo, apoyándose sobre uno de los apoyos del sofá del salón. Elena quiso consolarle. "Ha tenido un comportamiento horrible, vale" pensó ella "Pero no merece estar así". Se acercó hacia él y le dijo:
-No te preocupes, Stitch... Ahora te paso tareas de casa.
Amy y Ángel llegaron a la panadería. La panadera se horrorizó al verlas. Gritó, mientras se escondía tras la barra:
-¡¡No!! ¡¡Otra vez el monstruo ése no!!
-Que no, tranquila- le dijo Amy para calmarla -Que ese monstruo no viene. Dáme pan.
Stitch se sentía feliz de hacer las tareas de casa. Le hacía olvidarse de la gresca anterior. Amy y Ángel llegaron.
-¡Ya hemos vuelto!- saludó Amy, alegre -¡Y esta vez con el pan entero!
Amy dejó el pan sobre la mesa del recibidor y se acercó hacia Stitch, que estaba quitando polvo al televisor enorme de LCD.
-¡Hola, Stitch!- le saludó -Limpiando la tele, ¿eh?
Stitch giró y miró a Amy, con esos enormes ojos negros.
-Lo siento, Stitch...- se disculpó Amy, avergonzada -No debí haberte gritado... Pero es que te has pasado... ¿Me perdonas?
Stitch la escuchó, y tras unos segundos callados, dijo:
-No ha sido nada.
Amy abrazó a Stitch, riéndose de felicidad y euforia. "¡Claro que sí! ¡Ven acá, tontaina!" decía ella. Stitch también se reía, de la misma felicidad. También le abrazó.
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