En la hamaca de la parte trasera del jardín, Amy, Stitch y Ángel reunidos. Stitch y Ángel sentados en la hamaca y Amy enfrente de ellos.
-¿Qué dices, que eres fea?- dijo Amy, tras haberlo oído de la boca de Ángel -¿Y a tí quién te ha dicho que eres fea, eh? ¡Qué va! Muy al contrario, eres preciosa... esas orejas enormes y esos ojazos te hacen graciosa. ¡Y me gusta tu sonrisa!
Ángel levantó la mirada (que estaba con la cabeza gacha) mientras le oía a Amy.
-No será por esas tres pijas de mi clase, ¿verdad?- sospechó Amy -Ni caso, son idiotas. Siguen de manera enfermiza el canon de belleza impuesto que no es real.
-Aún así, meega*1 naga*2 bootifa*3- replicó Ángel, deprimida.
-Ohh, Ángel- dijo Amy, desolada al verla así. Entendía algo de turiano, así que supo lo que Ángel había dicho.
-¡Ey, Ángel!- le llamó Stitch, y le dijo en turiano para consolarle -Cuando te conocí lo primero que me gustó fue tu voz... ¡Y tu cara! Eres realmente hermosa...
-Aayyy...- gimió Ángel, muy afligida, bajando otra vez la mirada y las orejas.
A Amy no le gustaba ver a Ángel así, le dolía verla tan deprimida por culpa de unas descerebradas que se creían a pies juntillas ese canon de belleza tan irreal. Se puso a pensar a ver qué podía hacer para alegrarla, para devolverle esa alegría que le había caracterizado. Hasta que...
-¡Tengo una idea!- se exaltó Amy, y agarró a Ángel de un brazo y se fue corriendo llevándose a Ángel. Stitch les siguió.
Subieron los tres a la habitación. Allí Amy vistió a Ángel con un precioso vestido de color blanco que brillaba a destellos. Todo de tejidos plateados y velos brillantes. Le decoró con una enorme flor blanca en la cabeza, a juego con el vestido. Finalmente le maquilló, pintándole los párpados de plateados y echándole purpurina sobre el rostro. Después, le acercó un espejo para que Ángel pudiera verse.
-¡Bootifaaaaa!*3- exclamó Stitch, admirado por lo guapa que había dejado Amy a Ángel.
Ángel se sintió halagada por el piropo de Stitch.
-¿Ves, Ángel?- le dijo Amy -Este traje sienta muy bien a chicas guapas como tú. ¡Estás realmente divina! Mañana te llevaré así a mi colegio, para que se enteren las pijas.
Ángel se miraba. Se sentía hermosa, con ese traje brillante y esa flor exhuberante sobre su cabeza, al lado de la antena izquierda. Realmente iba muy bien con su cara y el resto de su cuerpo. Sonrió. Le daban igual sus dientes afilados... ¡A la porra ello! Era bonita y punto.
Ángel se volvió, miró a Amy y le dijo, sonriente:
-Ohh, takka*4, Amy...
Día siguiente, en el recreo. Amy se acercó hacia las tres chicas con Ángel vestida de esa misma guisa.
-¡Ey, chicas!- les llamó Amy, y dijo -¡Ángel de gala para cantar!
Las chicas miraron a Ángel y se quedaron impresionadas al verla con ese vestido tan elegante que destelleaba. "¡Waaw! ¡Impresionante!", "¡Estás divina!", "¡Me encanta este vestido, plateado y con purpurinas! ¡Quiero uno igual!". Todo parecía ir bien, Ángel sonreía de alegría y emoción, hasta que una de las tres chicas cortó el rollo diciendo:
-Aún así, aunque la mona se vista de seda, sigue siendo mona. En otras palabras, ¡que no dejas de ser fea!
Ángel bajó la cabeza y las orejas, y gimió. Amy quedó boquiabierta por ese "piropo" que había lanzado esa chica. ¡Qué se creía esa imbécil!
Amy aupó a Ángel y se la llevó, alejándose de las chicas.
-Vámonos, Ángel, esas chicas no son capaces de ver la belleza donde sí hay. No merecen la pena como amigas.
-¡Eeey, que iba a interpretar a Bieber!- protestaron las chicas. Amy hizo oídos sordos a aquella protesta.
Ángel se marginó, al lado de la valla que cercaba el patio del colegio. Se sentía deprimida, no tenía ganas de estar con nadie, ni siquiera con Amy.
-Hola, eres Ángel, ¿verdad?- oyó a una chica decir.
Ángel se volvió hacia las dos chicas que le hablaban. Vestían modestas, estilo sporty, como Amy; una de las dos llevaba aparato en los dientes, con gomas enganchadas en las abrazaderas. Le brillaba el aparato de metálico, igual que el vestido de Ángel.
-¡Estás genial con este vestido!- dijo una de las dos.
-¡Te sienta de maravilla!- añadió la del aparato.
Ángel terminó de girar hacia ellas y levantó sus orejas.
-Aún así, ya eras muy bonita de antes- dijo la primera -Me encantan tus ojazos, tan negros y almendrados, esas orejas tan largas te hacen graciosa. Me encanta tu sonrisa...
-Aayy...- exclamó Ángel, emocionada por lo que le decían las chicas.
-Lo único malo tus dientes...- siguió la misma chica -Dan un poco de grima cuando sonríes, al ser tan afilados...
-Oohhh- exclamó Ángel, afligiéndose otra vez.
-Pero eso es un mal menor. ¿Ves mi amiga? Lleva aparato en los dientes.
La otra chica sonrió exageradamente para enseñar ese amasijo metálico que le cubría los dientes.
-Aún así lo ignora, y ¿saber por qué? ¡Porque lo que importa de verdad es lo de dentro!
Ángel abrió mucho los ojos y los oídos, fijándose en aquello último que había dicho la chica.
-Me encanta cómo cantas, tu voz tan dulce y aguda que engatusa... ¡y si caes bien serás aún más guapa!
Ángel se llevó las manos a su boca y se rió por la emoción. Dejaba ver toda su dentadura mientras reía. Sus risas iban haciéndose cada vez más fuertes, más ruidosas. Más eufóricas.
-¡Bootifa*3! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!- reía ella, muy emocionada.
Gracias a esas dos chicas, Ángel se pasó el resto del día de buen humor. Ya no se veía fea. Al menos no en su interior, ya que caía bien a Amy y al resto de su familia con ese carácter tan risueño, y ella importaba mucho a Stitch. Y a ella también le importaba Stitch y el resto de la gente de su casa. Con sólo eso, ya se sentía muy feliz. Al diablo esas tres pijas, no merecían la pena como amigas. Amy dijo a Ángel: "Si llego a conocer a esas dos chicas que tan feliz te han hecho, hacía ya tiempo que tendría amigas".
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* 1- meega - yo, a mí
* 2- naga - no
* 3- bootifa - que le gusta
* 4- takka - gracias
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