Gokeb y Iako habían llegado a la nave principal, se presentó ante el jefe con Stitch inconsciente agarrado de las orejas.
-Aquí tengo la criatura, jefe- dijo Gokeb.
-¡Ah, muy bien!- respondió el jefe. Agarró a la criatura por la cabeza con sus pinzas, la acercó hacia sí y dijo -¡Preciosa criatura! Tu me ayudarás con la conquista del planeta. ¡Jaaa ja ja ja ja!
Gokeb empezó a explicar:
-Cuando le implantemos los electrodos en su cerebro conseguiremos una manipulación permanente del control de impulsos... ¡Sólo habrá en él instintos destructivos! ¡Y además se le podrá controlar remotamente!
Al jefe le pareció muy interesante el tema, le dio el visto bueno.
Stitch fue enviado a la sala de operaciones de la nave. "¡Empieza la operación!", dijo uno de los médicos encargados de ello, a la vez que encendió un bisturí láser y lo pasó sobre la cabeza de Stitch...
Dos horas después, la operación fue terminada. Un agente trajo la camilla donde estaba Stitch dormido, tumbado boca abajo.
-Operación terminada, señor- dijo el agente.
Stitch se despertó de la anestesia. Abría poco a poco los ojos, estaba aturdido. Gemía.
-¡Se despierta! ¡Inhibiendo su cerebro!- dijo Gokeb, alzando un control remoto lleno de botones hacia Stitch. Pulsó un botón y al momento Stitch abrió mucho los ojos y le brillaron de un verde intenso.
Stitch pegó un salto enorme hacia el techo.
-¿Y la criatura?- preguntó Gokeb, que le había perdido de vista. Fue tan instantáneo.
-¡Allá! ¡Arriba!- dijo uno de los agentes, señalando arriba.
Gokeb miró arriba y vio a Stitch pegado al techo. Estaba tan fiero que daba miedo. Rugía, ladraba, sacaba mucho los dientes, miraba amenazadoramente, movía mucho la cabeza en todas las direcciones. Sus ojos brillaban de fosforescente. Había sacado sus miembros extras (brazos secundarios, antenas y espinas traseras).
-¡Mucho cuidado con ella! ¡Ahora es muy agresiva!- dijo uno de los agentes.
-No preouparse, tengo el control remoto. No hay peligro- les tranquilizó Gokeb.
La criatura saltó hacia la pared y arañó a un agente que estaba ahí, produciéndole con sus garras tan afiladas cuatro franjas sangrantes en el brazo.
-¡Aggg!- gritó el agente, mirando su brazo herido -Asco de bicho...
La criatura se enrolló sobre sí mismo y rodó en el suelo haciendo eses. Los agentes tuvieron que apartarse rápidamente, ya que amenazaba con atropellarles. En un momento dado saltó y se dirigió hacia Gokeb.
Gokeb se quedó impresionado y horrorizado, ese bicho que iba lanzado directo hacia él, que rugía, con ese rostro fiero, esos dientes afilados, esas garras mortales extendidas hacia él, esas espinas puntiagudas erectas de su espalda... que le daban una apariencia terrorífica. Reaccionó muy rápido por instinto de supervivencia apuntando el control remoto hacia la bestia y apretando un botón.
La criatura cayó al suelo inconsciente, justo delante de los pies de Gokeb. Éste suspiró de alivio. "Por los pelos", dijo él.
Gokeb se alejó de Stitch, volvió a manipular el control y Stitch se levantó otra vez, pero ya no como una temible fiera, sino como robot al que le enviaban órdenes. Tenía rostro inexpresivo, ojos totalmente abiertos, boca entreabierta, sus cuatro brazos caídos... totalmente catatónico. Gokeb pulsó botones varios del mando y Stitch avanzó hacia él como zombi, con movimientos muy mecánicos.
-Eso es, eso es, ven, bonito- le dijo Gokeb.
Una vez que Stitch se había acercado mucho a Gokeb, éste pulsó otra vez el mando y Stitch se detuvo, de manera muy robótica.
-Buen chico, eso es- le dijo Gokeb, acariciándole la cabeza, revolviéndole el pelaje y las antenas.
Stitch no reaccionaba a nada, ni a las caricias aquellas. Parecía un comatoso andante.
Gokeb se presentó ante el jefe con Stitch robótico a su lado y dijo:
-Tras unas pruebas he visto que el implante le funciona bien, como es esperado. ¡Listo para masacrar un pueblo terrícola en pruebas!
-¡Muy buen trabajo, Gokeb!- le felicitó el jefe, alzando una pinza hacia Gokeb -¿Cómo te recompensaré?
-Conque me dejes volver una temporada a mi planeta, vale...- respondió Gokeb con cierto sarcasmo.
En la Tierra, en ese lugar de Europa donde vivía Amy, era ya de día. Amy se desperto, bostezó, se incorporó un poco.
-Buen día...- dijo; justo después se dio cuenta de que Ángel no estaba en su cama -¿Ángel?
Alzó su mirada. ¡Ahí estaba! Echada sobre el escritorio, dormida, con su cara apuntando hacia la ventana. Amy se levantó y se acercó hacia ella. Estaba roncando muy débilmente, casi silbando. Apoyó su mano sobre la espalda de la criatura y la zarandeó un poco, para despertarla.
-¡Ángel! ¿Qué haces durmiendo sobre el escritorio?- preguntó Amy, extrañada.
Ángel giró, colocándose boca arriba, mirando al techo, y aplastando sus dos largas antenas bajo su espalda. Bostezó, abriendo la bocaza a tope, casi a 180 grados, dejando ver todos sus dientes afilados. Cerró la boca y dijo, con sus ojos entrecerrados por sueño:
-Meega*1 ver Stitch anoche.
-¿Cómo?- dijo Amy.
Ángel se incorporó y dijo:
-Stitch en ventana... Stitch hablar y saludar meega- explicó Ángel -¡A lo mejor Stitch no monstruo!
Amy le miró, incrédula.
-Meega cree debemos dejar entrar Stitch- dijo Ángel, resuelta.
Amy se escandalizó y exclamó, con los brazos en alto:
-¡Qué dices! ¿Dejarle entrar? ¡Puede volverse loco en cualquier momento! ¡Ya vistes lo que pasó anoche!
-¡Por favooor, Amy!- insistió Ángel, suplicante, cruzando los dedos delante de su cara.
Amy cedió.
Bajaron las dos al recibidor y se situaron en la entrada de la casa, puerta abierta. Amy gritó, muy alegre:
-¡Hola, Stitch! ¡Buenos días! ¡Ya te dejo entrar a casa!
No se oía nada. Ni una mosca.
-¡Stitch, no te calles! Eeerr.. ¡Siento mucho haberte echado a casa!- se disculpó Amy -Venga... ¡Puedes volver a casa!
Silencioso como una tumba.
-¿Stitch?... No se le oye ni respirar. ¿Igual sigue dormido?- se preguntó Amy.
Ángel sólo alzó sus hombros.
Las dos subieron a la habitación y bajaron a la entrada con el móvil conectado al altavoz portable.
-Seguro que con una sesión de Armin van Buuren se espabila, que es muy fan suyo, y aparece a nuestros pies- dijo Amy -¡Preparados!
Pulsó la pantalla táctil de su móvil y sonó la música a tope a través del altavoz. Música Trance a tope. ¡Bumb, bumb, bumb!...
-¡Marchaa! ¡¡Bootifaaa*2!!- exclamó Ángel, muy feliz de escuchar a su dj favorito.
La música sonó un buen rato, animando el ambiente, hartando a Elena y a la perra Lúa de tanto "chunda chunda". Stitch seguía sin aparecer...
-Oh oh, me temo lo peor- se preocupó Amy -¿Y si... se le ha ocurrido alejarse demasiado creyendo que no le queríamos y se ha perdido en el bosque?
-¡¡Ay!! ¡¡Naga*3!!- exclamó Ángel, muy asustada.
-¡Hay que buscarlo!- dijo Amy -¡Tú por allí y yo por allá!
-¡Oki taka*4!- dijo Ángel.
Iniciaron la búsqueda por separado, en dos direcciones opuestas. "¡Stiiitch! ¿Dónde estás?" dijo Amy, "¡Stiiiitch! ¡Boojiboo*5!" dijo Ángel. Buscaban por todo el bosque, insistentemente, pero... no lo encontraban. Por más que buscaban, no aparecía por ningún lado. Finalmente, se reunieron donde se habían separado, las dos cabizbajas de aflicción y preocupación.
-Nada... no lo encuentro- dijo Amy.
-Meega naga... tampoco...- dijo Ángel.
Se acercó Elena con Lúa a su lado, diciendo:
-Lúa os ayudará a buscar- acercó la cama de Stitch (una caja de cartón) hacia la perra -Huele su cama, Lúa, huele.
Lúa acercó su hocico, lo olió un poco, y empezó a seguir el rastro como loca en dirección al bosque. Amy y Ángel le seguían, esperanzadas. Ya muy adentradas en el bosque, Lúa se detuvo e introdujo su cabeza en unos matorrales.
-¡Aquí se para! ¡Seguro que es él!- dijo Amy.
Chascazo al canto. En cuanto Lúa sacó su cabeza del matorral y se dio la vuelta, Amy y Ángel vieron que la perra portaba un hueso en la boca. No buscaba a Stitch, iba tras el rastro del hueso. A Amy le hirvió la sangre.
-¡Para huesos estamos! ¡Con un amigo perdido!- rugió Amy, rabiosa por la decepción.
Lúa soltó el hueso, tras percibir la furia de Amy, y siguió el rastro.
Amy y Ángel seguían a la perra, que olía y olía, se guiaba por el rastro, se dirigía a casa, a las escaleras...
-¡Ey! ¡Va a la habitación! ¡Igual ha vuelto y está ahí!- exclamó Amy, esperanzada.
Llegaron a la habitación y el hocico de Lúa se detuvo en la cama de Stitch. Y por supuesto que Stitch no estaba en la habitación. Otro chascazo.
-Gmf...- refunfuñó Amy -Estaba siguiendo el olor que dejaba Stitch en la cama... ¿Dónde se habrá metido esa bola de pelo?
-Aaayyy, boojiboo...- gimió Ángel, desesperada.
Elena encontró a Amy y Ángel tiradas en el sofá, completamente desanimadas.
-Ey, nenas... ¿A qué esa cara larga?- preguntó Elena.
-Hemos perdido a Stitch... no lo encontramos- respondió Amy.
-¿Habéis probado a buscar por el pueblo?
-Ahh, pues no...
Se animaron y se levantaron del sofá, dispuestas.
-¡Al pueblo a buscarlo! ¡Deprisa!- dijo Amy.
Bajaron al pueblo montadas en la bicicleta. Amy conducía y Ángel se sentaba detrás de ella. En cuanto llegaron, quedaron impresionadas y horrorizadas. El barrio a donde había llegado estaba desastrado: tiendas con cristales rotos, farolas y postes de tensión derribados, coches destrozados y volteados... un espectáculo desolador.
-Pero... qué... ha pasado... aquí... -exclamó Amy, con ojos como platos, como costándole sacar las palabras de su lengua.
Ángel estaba igual, con ojos como platos.
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Turiano - Español
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* 3- naga - no
* 4- oki taka - de acuerdo
* 5- boojiboo - piropo de enamorados